sábado, 22 de mayo de 2010

Zurbarán




(Rocío Martínez-Oña Marcos)


La obra se titula la Visión mística de san Pedro Nolasco y su autor es Zurbarán. El cuadro fue pintado en 1629 (1ª mitad del siglo XVII), es de estilo barroco. Se encuentra en el Museo del Prado de Madrid y se trata de un óleo sobre lienzo.

El tema es religioso, y fue un encargo de la Orden de la Merced (de Sevilla). Observamos la figura de San Pedro Nolasco, fundador de la Orden de la Merced, recluido en su celda y a quien se aparece un ángel adolescente. Este ángel le muestra en una visión celestial los muros de la Jerusalén fortificada, símbolo de la fortaleza de la fe cristiana. Esta ciudad fue emblema de urbanismo y teología, siempre caracterizada por sus torres, sus murallas y sus puentes levadizos tendidos a los fieles.

La composición es triangular (los dos personajes forman el triángulo, a su vez si estos se esquematizaran también formarían por separado dos triángulos ). El espacio pictórico lo consigue dándonos un punto de vista alto, por el que podemos ver la superficie de la mesa y de la silla (aunque el efecto no está muy conseguido), también lo consigue con las posiciones en escorzo del ángel y del monje. El fondo oscuro y neutro, hace resaltar al santo recortando su blanca figura, dando la sensación de irrealidad, de que el santo está volcado en la visión sobrenatural.

A Zurbarán lo caracterizan sus contornos muy detallados y su realismo. Destaca el blanco del hábito del monje (conseguía las sombras con distintos tipos de blanco). En el cuadro predominan los colores cálidos y ocres aunque también utilizó los fríos, como se puede ver en la banda de tela del ángel o en la visión de san Pedro (en la arquitectura de Jerusalén). El halo de luz dorada que envuelve al sueño probablemente sea de influencia veneciana y de Tziano.

El recurso de iluminación está muy ligado a la influencia del Barroco italiano, concretamente a Caravaggio, porque hay mucho contraste entre las luces y la sombras.

La luz procede del exterior del cuadro, o parece también que el halo de luz dorada de la visión estuviera iluminando a los personajes. Esa iluminación sirve para darnos las calidades de las telas y para conseguir el volumen de las figuras, también para dar dramatismo y misterio a la obra barroca.

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